*Huáscar Salazar Lohman
A diferencia de lo que muchos dirán, mañana (#21F) no es el día en que se definirá la política boliviana. Estamos viviendo uno de los más álgidos momentos de la polarización producida por el mismo Estado y que se juega en el plano estatal de la política –gobierno y élites políticas tradicionales–. Este es el momento en el que lxs que apostamos por las luchas emancipatorias, por horizontes de transformación política, por la autonomía, por la recuperación de prerrogativas desde abajo, por la transformación profunda de Bolivia, tenemos que marcar posición frente a lo que sucede y reflexionar con mucha precisión sobre nuestros actos.
A diferencia de varios de los que convocan a las movilizaciones de mañana, mi postura crítica frente al gobierno no es racista ni clasista, ni tampoco está centrada en la recuperación de los cánones de una democracia formal, expropiadora de la decisión y vacía, que ya sea en su modelo neoliberal o masista, jode a los mismos. Mi posición crítica frente al MAS tiene que ver con el rechazo al despojo que los pueblos indígenas están sufriendo, con la criminalización de la protesta, con la misoginia promovida desde arriba, con la promoción que el gobierno le da a la producción de transgénicos, con el uso folclórico y utilitario de las culturas profundas de este país, con abrirle las puertas al capital transnacional de manera en que ni el Goni lo logró, con el cinismo que tienen de hablar a nombre del pueblo y gobernar a nombre de lo más rancio de las clases dominantes de este país.
Que nos quede claro, no hay mal menor, ni el gobierno ni la élite tradicional de este país. Nunca marcharé a lado de quien golpea a indígenas o campesinos, de quien se cree más por su color de piel o por su identidad criolla colonial. Tampoco marcharé para el gobierno, que se apropiaron de la fuerza popular y destruyen las luchas que en otros tiempos intentaron frenar lo que ahora ellos hacen.
Si mañana no tenemos la claridad de por qué, para qué y con quién salir a las calles, es mejor no hacerlo. No son tiempos fáciles, nuestros colectivos y organizaciones que hace diez años paralizaban el país, arrinconando a las élites políticas y económicas del neoliberalismo, han sido duramente golpeadas y, además, el gobierno ha revivido a la élite política tradicional (a quienes en esos tiempos ya les habíamos dado muerte política) y ahora son los principales voceros de la “democracia”. Son tiempos de reconstruir nuestra fuerza, de retomar energía… y si en este momento no podemos salir a la calle con fuerza, con claridad de consigna, con la capacidad de señalar de igual manera al gobierno y a la élites racistas de este país, mejor guardemos energía, debatamos con los que tenemos cerca y veamos como lo vamos a hacer el día de mañana, porque, no lo duden, luchas en los próximos meses y años no van a faltar.
El tema no es si existe la opción correcta: “salir” o “no salir” a marchar mañana. Se trata de recuperar nuestros horizontes, nuestras palabras y nuestra capacidad de hacernos sentir en este país de la manera en que siempre lo hicimos: sin banderas blancas, sin hablar de democracia vacía, ni en autos de lujo (¿se acuerdan?). Hagámoslo a la par de los que ya lo hacen, aquellos pueblos, organizaciones y personas que están en luchas cotidianas (no sólo durante el #21F), en defensa de sus territorios, de su gente de sus cuerpos y de la vida… luchas invisibilizadas por ambos bandos de la polarización. No caigamos en la trampa de la política estatal, donde lo superficial parece importante y lo importante se presenta como inalcanzable. Así pues, lo reitero, si salimos mañana que sea con la capacidad de responder claramente ¿para qué?, ¿por qué? y ¿con quién?
* Articulo —> BOLIVIA Y LA NECESIDAD DE UNA AGENDA POLÍTICA DESDE ABAJO.
Fotografia de pobladores y comunarios del Vado del Yeso, el pasado 2017 en octubre hicieron una protesta aprovechando los 50 años de la muerte del Che en Bolivia.
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