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El 16 de agosto una gran parte de las familias bolivianas suele homenajear a sus amigos caninos y en algunos casos considerarlos parte de la familia. Si, los leales canes, desde los perritos llamados chapis, mestizos, pastor alemán entre otras razas. Son agasajados por sus familias y algunas las visten con prendas coloridas que antes no eran muy comerciales. Los humanos sabemos de su gran valor, es por eso que se han escrito libros y hasta producido películas para inmortalizarlos, en la ciudad de El Alto hay tres historias que merecen ser contadas.
EL PERRO DE PAPEL
Éste es un símbolo creado por el artista plástico Facundo Vásquez quien se formó en la escuela de artes del GAMEA, Vásquez elaboró una escultura en papel con una estructura metálica por dentro, el símbolo tiene el objetivo de que los jóvenes y toda persona que desee hacerlo, escriba en la capa de papel mensajes de concienciación en torno al valor y cuidados que deben recibir los animales considerados los mejores amigos del hombre, la escultura estará hasta el fin de mes en el patio de la alcaldía quemada en la ceja de El Alto.
EL MATERNOLÓGICO CANINO
El lugar es singular a nivel nacional toda vez que cuenta con ambientes especiales para el nacimiento de nuevos miembros del Centro de Adiestramiento de Canes (CAC), del distrito policial 5 de El Alto, el lugar cuenta con dos salas de parto, duchas, salas de espera y un ambiente para el crecimiento de los pequeños animales, a los tres meses empieza el adiestramiento y luego de cinco a seis son incorporados al resto del grupo, de acuerdo a la especialidad que tengan (rescate de personas, identificación de explosivos o narcóticos), el tiempo de servicio de los canes no supera los seis años, luego de ese tiempo los animales pasan a la reserva, en muchos casos sus instructores abren un espacio en sus hogares para protegerlos.
EL CHOCO GUARDIÁN DE CIUDAD SATÉLITE
La historia del perro más famoso de El Alto tiene como escenario a ciudad Satélite donde un perro de raza mestiza se ganó el cariño de vecinos y transportistas quienes después de su muerte hicieron una colecta para erigir una estatua en su memoria. El choco nombrado así por el color marrón de su pelaje, tenía como lugar preferido la parada de trúfis donde según versión de los vecinos, jugaba con los niños y todo aquel que pasaba por el lugar, pero también ahuyentaba a los antisociales, en agradecimiento era alimentado por las vendedoras del mercado, algún buen vecino le regaló una casita de madera misma que hasta la fecha está en el lugar como fiel testigo de su historia, el choco perdió la vida tras una herida mortal que le asestó un antisocial y fue enterrado a pocos metros de su pequeña casa, pasó a ser uno de os símbolos mas importantes de ese barrio por lo que hoy un monumento en su memoria aún vigila la zona.





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