«Trabajo en Caseros y vivo en Florencio Varela, vine caminando hasta Constitución, pero, ahora no sé cómo voy a llegar a mi casa. Algunos taxis aprovechan y cobran más caro, y lo mismo hacen las combis que nos llevan. Yo vine a trabajar porque no puedo faltar, no puedo darme el lujo de que hoy no me paguen. Si tengo que seguir caminando, lo haré», dijo a Clarín una persona que se dirigía a su trabajo en el primer “paro movilizado” de 24 horas que convocó la Confederación General del Trabajo (CGT) contra el Gobierno de Mauricio Macri.
La medida es en protesta por las medidas económicas y la política de despidos que afecta a varios sectores. El transporte público desapareció y la gente tuvo que darse modos para llegar a sus fuentes de trabajo.
En la mañana se registraron los primeros enfrentamientos entre manifestantes y policías, en la ruta Panamericana, cuando los gendarmes desalojaron la manifestación con gases lacrimógenos y camiones hidrantes.
#Avellaneda #PAROGENERAL Así es el panorama en uno de los accesos al Puente Pueyrredón. #Tensión Cc @Radio10 @Gatosylvestre @sebapedron pic.twitter.com/PseSDzmcBb
— Claudio Cardoso (@CardosoClaudio9) 6 de abril de 2017
El informe de Clarín señala que la medida afectó a más de 800 movimientos aerocomerciales, perjudicando a alrededor de 60.000 pasajeros, con una pérdida económica estimada en los 300.000.000 de pesos argentinos.
Los piquetes complicaron el acceso a la Ciudad de Buenos Aires y las protestas de partidos de izquierda se realizaron en medio de grandes operativos de seguridad.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, indicó que la Gendarmería aplicaba el protocolo «antipiquetes» para desalojar las autopistas, “nuestro objetivo es que la gente que quiere ir a trabajar, pueda llegar”.
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