Por la mañana del miércoles 21 de septiembre, el astro rey apareció radiante rodeado de un esplendoroso círculo creciente del cual fueron surgiendo otros más y cobrando estos los colores de hermosos arcoíris de fuego, dejando sorprendidas y maravilladas a las gentes de toda condición en la ciudad de La Paz.
Esto fue debido a la extrañeza de un raro y único fenómeno llamado Parhelio o Alos solares.
Si bien tiene una explicación climatológica bastante simple, pues es un fenómeno óptico asociado con la refracción de la luz, producto de una gran cantidad de partículas de hielo en las nubes, no faltaron las curiosas hipótesis que involucraban presagios, buenos o malos e incluso avistamientos de ovnis.
Sin embargo, contemplando la increíble escena no pude dejar de recordar cierta ocasión en que un evento así había sucedido en el pasado.
Porque también esto sucedió un 18 de noviembre de 1841 cuando un ejército boliviano al mando de José Ballivián estaba a punto de enfrentarse a otro del peruano Agustín Gamarra en los campos de Ingavi en una batalla de trascendentales consecuencias pues estaba en juego la existencia misma del país.
Los documentos de la época así lo confirman, ya que así lo anoto el General Sagarnaga jefe de Estado Mayor de Ballivián en el informe oficial que escribiera después de la batalla.
“Un parhelio que con los colores nacionales se advirtió en el disco del sol y que coronaba al ejército, llamó generalmente la atención de la tropa”.
Además, el historiador José Manuel Ponte quien había reunido varios testimonios de las gentes que habían vivido durante esa época, nos cuenta lo siguiente:
“Eran las Diez de la mañana. Las ultimas nubecillas que hasta entonces habían cubierto el sol, desaparecieron en un momento y se presentó a la vista el rey del día en toda su espléndida hermosura, rodeado de un radiante parhelio”
Tal extraño evento y debido a la ignorancia de la época en la mayoría de los soldados, ocasionó natural zozobra y ansiedad tanto en bolivianos como peruanos ante el temor que tal fenómeno pudiera significar un mal aguiero para un día en que justo se iba a derramar grandes cantidades de sangre.
Sin embargo, como anotara Sagarnaga y al igual que hoy, en el circulo que rodeaba al sol se notaban cada vez y más nítidamente colores, y eran colores muy parecidos al pendón nacional de Bolivia de entonces; Amarillo, Rojo y Verde.
Fue entonces que Ballivián aprovechando esto se dirigiría frente a sus hombres gritando: “El cielo ha desplegado triunfante el pabellón boliviano: camaradas a vencer”.
A lo que todos respondieron repitiendo sin cesar sus mismas palabras, “A vencer” olvidándose ya de sus miedos.
Pero en el lado peruano el ambiente era distinto, era de nerviosismo. De hecho, el mismo Gamarra en voz baja le confesaría a uno de sus ayudantes. “Si fuera un augur Romano evitaría dar batalla hoy pues hasta el cielo parece estar de parte de nuestros enemigos”
Ese día termino con una de las victorias militares más importantes en la historia de Bolivia y su salvación.
Ese parhelio realmente termino siendo un presagio, pero un presagio de bien para Bolivia.
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