Por: José Luis Saavedra – Profesor de Teoría y Política Poscolonial
“Xavierito lindo, yo quiero agradecerte por tu larga presencia junto a la trayectoria que hemos vivido los dos en Bolivia. Siempre siento tu presencia y eso me acompaña. Y cuando pienso en alguien en quien yo podría confiar plenamente, en un amigo muy leal, en alguien muy bondadoso -es verdaderamente cierto lo que te digo- pienso en ti”.
Verónica Cereceda.
El pasado reciente 20 de enero, el sacerdote jesuita P. Xavier Albó partió al encuentro con el Señor, una ausencia muy dolorosa para todos los que hemos tenido la dicha y el privilegio de contar y disfrutar de su grata amistad, su erudita sabiduría y su magnánima generosidad. Me duele su partida, pero también entiendo que su cuerpo necesitaba descansar (tenía 88 años).
No me es fácil escribir acerca del querido y entrañable p’ajla y no sólo por la densa complejidad de su personalidad, como sacerdote, jesuita, antropólogo, lingüista, educador, cientista, etc., sino también porque, a diferencia del común de la gente que escribe acerca del P. Albó, no he tenido con él relación alguna de carácter laboral, académico o religioso, simple y llanamente éramos amigos y por cierto muy íntimos.
¿Desde dónde escribir?, las fuentes son múltiples y complejas, empezando con su propia obra, que felizmente ahora la tenemos publicada en 14 tomos (que recopila sus trabajos desde 1966 hasta 2012), cada tomo de alrededor de mil páginas, y que -ojo- no agota toda su obra, sólo se trata de sus Obras Selectas (publicadas por la Fundación “Xavier Albó”). El P. Antonio suele decir que las obras no publicadas de Xavier son tanto o más que los 14 tomos ya publicados.
También están sus propias memorias (sistematizadas en colaboración con Carmen Beatriz Ruiz), pertinentemente intitulado “Un curioso incorregible” (La Paz, Fundación “Xavier Albó”, 2017), ya que así lo definen muchas personas y así se reconocía él mismo. Este libro más que una autobiografía es un anecdotario e historia de vida del P. Albó y refiere las vivencias personales e institucionales de la cercanía a una vida profundamente inspiradora por sus múltiples, valiosas y apasionadas dimensiones.
Como una hermosa yapa a esta exuberante obra, está el interesante libro de 400 páginas de Xavier Albó, “Tejiendo pistas” (La Paz, Cipca, FXA e IDRS, 2021), que reúne 230 artículos de opinión publicados quincenalmente, entre 2006 y 2016, en varios medios de comunicación del país. Dichos escritos están ordenados en 11 capítulos temáticos, siguiendo el orden cronológico de su publicación. Y se abordan varios temas, desde la Asamblea Constituyente, pueblos indígenas, conflicto del Tipnis, democracia, espiritualidad y también los dedicados a las personas relacionadas con él, tales como Luis Espinal, Óscar Romero, Domitila Chungara, etc.
Y, por supuesto, está el abundante material publicado sobre la obra de Xavier Albó, que tan sólo mapearlo resulta prácticamente imposible. Me limito, pues, a citar un par de materiales que los tengo a mano. Uno, es la Revista de Estudios Bolivianos Vol. 25, 2019, publicada por la Universidad de Pittsburgh. La sección “Tributo” refiere el excelente artículo de Xavier Albó “Suma Qamaña = Viviendo Bien Juntos. ¿Cómo medirlo?” y luego los homenajes de Guillermo Delgado, Nancy Postero, Rosaleen Howard y Kevin Healy. Y la sección “Testimonios” expone las agradecidas expresiones de Brooke Larson, Carmen Beatriz Ruiz e Irma Alicia Velásquez Nimatuj.
Y, recientemente, acaba de publicarse el libro “Homenaje a Xavier Albó. Un antropólogo comprometido” (Quito, Abya-Yala, enero de 2023), de Gerardo Fernández Juárez, Francisco M. Gil García y Fernando Garcés (Coordinadores). Este libro ofrece -en primer lugar- la semblanza de la figura misionera e intelectual de Xavier Albó; posteriormente, las reflexiones personales, fruto de una prolongada amistad con Xavier Albó, de Carlos Caravantes García; y, en tercer lugar, la descripción de una antropología incipiente en Bolivia por parte de Oscar Muñoz Morán y otros capítulos más que todavía no los he leído.
En este complejo contexto bio-bibliográfico, me gustaría comentar dos hitos (de entre muchos) importantes de y en la vida del P. Albó. Uno, la fundación de CIPCA, que empezó a gestarse una linda tarde de octubre de 1970, bajo la iniciativa de tres jesuitas: Luís Alegre, Xavier Albó y Francisco Javier Santiago. Otro, la activa y militante participación del P. Albó, junto con el entrañable P. Luis Espinal, en la histórica huelga de hambre de fines de 1977 y principios de 1978 y cuyo principal mérito es haber tumbado la dictadura militar y reconquistar las libertades democráticas. “Nunca olvidaré aquellos 19 días de huelga de hambre en apoyo a las otras cuatro mujeres mineras con sus 15 hijos, en que acompañé a Lucho, Domitila Chungara y otros ocho (huelguistas), viviendo esa otra forma silenciosa de celebrar, con ese bello rito del ayuno solidario y políticamente relevante, que en los días siguientes se expandió a más de mil huelguistas por todo el país”.
Sería bonito seguir discurriendo en torno a la labor antropológica, socio(etno)lingüística, educadora, de impulso de la educación intercultural bilingüe, de las autonomías indígenas y de un largo y generoso etcétera; pero, por razones de espacio no podemos hacerlo, nos limitamos pues a referir el evento de su inserción, apenas llegado a Bolivia, a la realidad socio-cultural del valle alto cochabambino. Xavier solía decir que llegar a Bolivia (y aprender quechua) ha implicado un “volver a nacer, en una nueva patria y, dentro de ella, con un servicio muy especial para sus pueblos indígenas a los que, en aquellos años, llamaban campesinos”.
Por eso y por toda la vida de trabajo del P. Albó, no podemos sino unirnos a las sabias palabras de Verónica Cereceda: “Y a veces -dice- evoco tu presencia, Xavier, para tener fe en la humanidad y para creer en la vida. Muchas gracias por todo”.
![](https://rcbolivia.com/wp-content/uploads/2023/01/albo-saavedra.jpg)
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