El deporte tuerca está de profundo duelo estos días. El “Caballero de las Rutas”, Óscar Crespo falleció en la tarde del viernes, en la ciudad de La Paz, a los 91 años. El automovilismo nacional lamenta la partida del piloto chuquisaqueño, ícono personaje que brilló en los años 60.
Al promediar las 16.30, Crespo dejó de existir, la noticia fue confirmada por su amigo y miembro de Automóvil Club Boliviano, Augusto Saldías, quien dijo que recibió el mensaje a través de una llamada telefónica de René, hijo del piloto.
«Falleció nuestro gran amigo y gran competidor de las carreras (de la década de los 60′ y 70′), con él hacíamos carreras alrededor de toda Bolivia», afirmó Saldías, que agregó también que Crespo sufrió una larga enfermedad, que impidió que camine en los últimos años con normalidad.
Además, Saldías recordó que hace unos 15 días habló por teléfono por última vez con su amigo y como siempre le comentó acerca de la dolencia que padecía. «Pero pese a ello, él siempre estaba con el afán de seguir viviendo. No sé el detalle de cómo falleció porque lamentablemente la noticia que dio René fue muy escueta”, afirmó.
CRESPO, EL ETERNO CABALLERO
Era el año 1959, Crespo compitió por primera vez en la carrera Doble Padilla, campeonato organizado por el Automóvil Club Boliviano Filial Sucre, aquel entonces este deporte fue la sensación en el país, el auge del automovilismo sin duda.
Pese a la afición por las tuercas, Crespo también se dedicó a la radiodifusión, formó parte de Radio La Plata. Sin embargo, las escasas posibilidades que brindaba la Capital para surgir en el deporte tuerca hicieron que decidiera buscar mejor suerte en La Paz, donde la actividad económica era sustancialmente más dinámica en aquellos tiempos.
Crespo se destacó un año después, rápidamente, como uno de los pilotos revelación ante los experimentados como como Willy Bendeck, Romualdo Delgado y Dieter Hubner, los cuales formaban parte de una nueva generación que venía a sustituir a la de los legendarios Juan Claure y Rafael Leyzán.
Tras varios años de ardua lucha, el año 1965 se convertiría como el inicio de los grandes éxitos. Crespo se coronó como campeón nacional de automovilismo y fue aclamado por la gente chuquisaqueña que lo recibió como un héroe.
Willy Bendeck fue uno de sus archirrivales, el piloto cruceño tuvo muchas pugnas por el primer lugar contra el chuquisaqueño. Ambos compartieron podio en varias competencias e incluso pelearon palmo a palmo los títulos nacionales, empero, Crespo siempre mantuvo respeto y amistad con Bendeck, quien falleció en 1971 en un accidente automovilismo.
Sus principales copilotos fueron Julián Caballero y Arturo “Tulín” Castropinto, con quien protagonizó la mayor parte de sus proezas. Condujo diferentes marcas como Ford, Dodge, Jaguar, Fiat, Honda, BMW y Toyota.
En 1970, el Automóvil Club Boliviano Filial Sucre inauguró el circuito automovilístico “Oscar Crespo-Ciudad de Sucre”, bautizando a esta prueba con su nombre, como reconocimiento a una figura estelar dentro del deporte tuerca. Esta competencia se convirtió en un verdadero clásico del automovilismo y es única en su género.
Oscar Crespo permaneció en la escena automovilística por casi 30 años, aunque al último sus apariciones fueron muy esporádicas y casi simbólicas. Su palmarés deportivo cuenta con cuatro títulos nacionales (1965-1968-1971 y 1973); un Gran Premio Nacional “René Barrientos” (1968), distintos triunfos en pruebas nacionales como el Circuito San Cristóbal de Oruro, la Cumbre en La Paz y el Circuito que lleva su nombre en la Capital, donde fue vencedor en los años 1971, 1972, 1973, este último en la categoría 1600 cc y en el año 1985 en un duelo muy cerrado con el paceño Jesús Alanoca.
El público testigo de sus carreras lo bautizó como el “Caballero de las rutas”, esto debido a su manera tan respetuosa de correr e interpretar las reglas de juego, esto con el aditamento de cordialidad y solidaridad a todos.
Según relata Correo del Sur, diario chuquisaqueño, que fue protagonista de una acción humanitaria en medio de una carrera. Oscar renunció a ganar puestos cuando vio un coche de un competidor accidentado. Al verificar que el piloto del vehículo volcado estaba herido, pidió a su copiloto que cediera la butaca y corrió llevando al afectado hasta un centro asistencial. Sin duda, todo un “Caballero de las rutas”.
Crespo deja tras su muerte un sinfín de ejemplos de bondad y éxitos en el automovilismo, un legado que será el ejemplo para el deporte nacional.
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