José Luis Saavedra
Profesor de Teoría y Política Poscolonial
Recién el 6 de mayo nos enteramos que ya el 29 de marzo, YPFB había adjudicado -de forma directa y sin licitación- a una de sus subsidiarias, YPFB Refinación, la ejecución del proyecto de construcción de tres plantas de biodiésel y cuyo costo asciende a 387,5 millones de dólares.
Extrañamente, la noticia no ha tenido mayor repercusión, ni ha generado protesta alguna, cuando en realidad este proyecto entraña una serie de riesgos y amenazas muy graves para la sociedad y la naturaleza. Y es de estos conflictos y peligros que conversamos con el experto y Director de Probioma, Miguel Ángel Crespo.
Empezamos la conversa preguntándole a Crespo ¿qué opina del proyecto de biodiesel? Y él nos responde afirmando que “la primera impresión que tengo es que la verdad yo no sé a dónde apunta el gobierno con (este tipo de) propuestas y proyectos totalmente inviables desde el punto de vista económico, productivo y ambiental. En lugar de priorizar la agenda y el plan de producción hacia lo que debería ser una alimentación (sana) y satisfacer el mercado interno con productos diversos, cultivos varios, sanos, nutritivos, para la población boliviana, lo que hace es importar todo, incluyendo trigo, hortalizas, frutas, cereales y granos”.
“En segundo lugar, se deteriora aún más lo poco que queda de producción agrícola y pecuaria y ese poco que queda todavía se achica mucho más, promoviendo la producción (de biodiesel) para beneficiar a un sector, que está más ligado al transporte, al uso de combustibles y, fundamentalmente, para satisfacer las necesidades del agronegocio”. Y quién usa más diésel en nuestro país, es pues la agroindustria. Entonces, “lo que se está haciendo es tratar de beneficiarlos más y por doble partida, primero porque todo lo que va a significar esto va a ser prácticamente una ampliación de la frontera agrícola y (segundo) para alimentar esos equipos de maquinaria pesada, en desmedro de la seguridad alimentaria del país”.
“En tercer lugar, es un proyecto totalmente inviable, ya lo han demostrado los analistas que han podido estudiar lo que significa (implica) esta propuesta. Además, teniendo en cuenta que el mundo está en otra (onda); pero, como siempre, el gobierno boliviano está en contra ruta y atrasado en al menos 100 años, porque justamente a raíz de la pandemia, de lo que está ocurriendo, inclusive con el Covid, con (la guerra) entre Ucrania y Rusia, los países están optando por el cambio de su matriz energética, hacia la energía eólica, energía solar, etc. Y nosotros seguimos en contra ruta, o sea más bien destruyendo la naturaleza para satisfacer el combustible de la maquinaria pesada, que usa el agronegocio en nuestro país”.
A propósito, le consultamos al señor Crespo si hay “combustible ecológico o combustible verde o limpio”. Y él nos responde, con contundencia, en el sentido que “no existe, no existe ese combustible ecológico, si es un combustible ecológico tendría que ser en base a usar el 100% de un producto proveniente de la naturaleza y que además sea sostenible”.
“Y, además, para producir ese biodiesel, que va a significar un 10% de lo que es el diésel normal, o sea que va a ser un complemento (aditivo), se va a tener que desmontar, que usar más diésel, más químicos, más herbicidas, se va tener que desforestar, contaminar las aguas de los ríos, de los afluyentes, etc.”.
“Entonces, yo no le veo por dónde se puede decir que esto es ecológico; al contrario, es seguir una política agro-extractivista, que no mira a la naturaleza como un aliado, sino la ve como un enemigo al que hay que explotar y depredar”.
Y ¿cuáles son los principales impactos de los biocombustibles? Primariamente, impactos socioambientales y que, más aún en estos tiempos de cambio climático, entrañan “fuertes impactos climáticos, ambientales y productivos para el país”. Por qué, porque se va a “deforestar grandes extensiones de bosque y deteriorar más aún los suelos”. Y así “se van a contaminar los suelos, porque para eso (producción de materia prima) se tiene que usar más herbicidas y más agroquímicos. Entonces, esto va a ser (causar) un verdadero impacto socioambiental y productivo en tierras bajas”.
La producción de biocombustibles también va a tener un grave impacto en el tema del cambio climático, porque “lo que se va a hacer es detonar un proceso de ampliación de frontera agrícola, que se está empezando a dar inclusive en las áreas protegidas, reservas fiscales, obviamente violando el PLUS y deteriorando mucho más aún los suelos”.
En este contexto, cuál es la propuesta, “fomentar la producción agrícola destinada a satisfacer la seguridad alimentaria del país y cambiar la matriz energética”. Crespo nos habla de que se debería plantear “el cambio de la matriz energética hacia la producción eólica, la producción de energía solar, etc.”. Esto qué implica, que “el tema de fondo, que no se está resolviendo, es el problema energético en el país, que sólo se puede resolver a través de un cambio de la matriz (energética) hacia la generación de energías limpias y en condiciones de sostenibilidad, es decir en condiciones en las que no se afecte uno de los recursos más importantes y vitales en la vida humana, como es el caso del agua y el de la biodiversidad”.
Así, “en una región muy sensible (como la nuestra), deberíamos cerrar filas para evitar la ampliación de frontera agrícola, proteger más los bosques, establecer medidas de mitigación, instituir fuertes resguardos que permitan una producción realmente responsable, evitar el uso de agroquímicos, frenar la tendencia hacia el uso de transgénicos, que lo que hacen es venir con todo el combo de agrotóxicos”.
El desafío está planteado y corresponde a la sociedad civil tomar conciencia de los graves daños e impactos socioambientales que supone la producción de biocombustibles y movilizarse por el resguardo de nuestra salud y de nuestra casa común: la Pachamama.
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