PROBIOMA
Los cultivos transgénicos fueron desarrollados en la década de los ochenta por grandes corporaciones químicas, como Monsanto, Bayer y Syngenta. Estas empresas obtienen ingentes ganancias vendiendo sus agroquímicos, asociados a los cultivos transgénicos, que tienen graves impactos sobre la salud humana, la biodiversidad, el agua, el aire y los bosques.
Estas empresas trasnacionales, en su afán capitalista de generar más ganancias, diseñaron en sus laboratorios semillas transgénicas, que tienen la capacidad de tolerar los herbicidas que ellos producen, principalmente el herbicida llamado Glifosato. De esta manera, crearon en sus laboratorios semillas transgénicas en cultivos extensivos, como la soya, el maíz, el algodón y la colza.
En Bolivia, la legislación prohíbe la producción, importación, distribución y comercialización de transgénicos (art. 255 CPE); sin embargo, el Estado boliviano no realiza los controles necesarios. Desde el 2005 está en vigencia la Resolución Administrativa Nº 135/05 que dice: «Rechazar toda solicitud sobre introducción de maíz genéticamente modificado al territorio nacional, para la realización de pruebas de campo, siembra, producción o liberación deliberada en el medio ambiente».
La Ley 144 de Revolución Productiva Comunitaria resguarda especies de origen y diversidad nacional, entre las que se encuentra el maíz. También está la Ley de la Madre Tierra que prohíbe la introducción, producción, comercialización, uso y liberación de semillas genéticamente modificadas, de las que Bolivia es centro de origen o diversidad, como es el caso del maíz.
De permitirse la introducción de semillas transgénicas puede provocar la extinción del maíz nativo, es decir, hablamos de la potencial desaparición de las 77 razas que posee Bolivia. Pese a esto, los intentos para introducir eventos transgénicos no cesan.
Existen sectores que insisten en la introducción de más eventos transgénicos. En esta ocasión el pedido es que mediante decreto supremo el gobierno autorice el ingreso de dos eventos genéticamente mejorados de maíz. Término empleado de manera distorsionada con alguna intención, pues las semillas mejoradas son distintas a las semillas genéticamente modificadas, que es lo que piden.
Para justificar la introducción de semillas de maíz transgénico, señalan como beneficio un 80% en rendimientos. Beneficio o ventaja que no es real, pues para tener mayores rendimientos influyen otros factores (suelos aptos, manejo del cultivo, clima y la calidad de la semilla).
En la solicitud también se habla de zonificación del cultivo, propuesta inviable, eso sería como intentar zonificar al Covid19. Respecto a esto el experto en producción de maíz, Ing. Antonio Claros, dijo “qué pretenden zonificar si el maíz tiene sus zonas de producción definidas desde hace 500 años. Si meten maíz genéticamente modificado lo que harán es contaminar a las variedades nativas o tradicionales…”.
De acuerdo a Germán Vélez, director de la Corporación Grupo Semillas de Colombia, la presencia del maíz transgénico puede provocar que el nativo se contamine. El experto dijo que “zonificar el maíz transgénico y el maíz convencional, separándolo en regiones es absolutamente inefectivo. No tiene sentido. El maíz no tiene fronteras geográficas para el cruzamiento, para la protección de la contaminación genética. Es absolutamente imposible”.
Según Vélez, una vez liberado el maíz transgénico en el país es imposible controlar el flujo genético, no sólo por el viento o los insectos que pueden mover o llevar diminutas partículas de un lugar a otro, también por los mismos productores que compran la semilla transgénica y la trasladan hasta sus parcelas, viajando cientos de kilómetros.
El experto uruguayo en agroecología, Pablo Galeano, planteó una posición similar, la cual explicó así: “dada la biología reproductiva del maíz, existe un alto grado de polinización cruzada entre plantas de un cultivo, así como entre cultivos cercanos; esto se debe a que el maíz es una planta monoica, que tiene al viento como principal vector de dispersión y transporte del polen desde las inflorescencias masculinas hasta los estigmas en las inflorescencias femeninas”.
Galeano también agregó acerca de otros perjuicios que puede generar el uso de los organismos genéticamente modificados. “Los maíces transgénicos que se cultivan actualmente poseen una o dos de las siguientes características: son tóxicos para larvas de lepidópteros (mariposas diurnas) o son tolerantes a herbicidas, fundamentalmente glifosato”.
Como se explicó anteriormente y en base a la experiencia de otros países, la presencia de maíz transgénico en cualquier zona es una amenaza para las 77 razas de maíz de Bolivia. Por lo tanto, una vez más se deben sumar voces en defensa la riqueza genética, en este caso del maíz que es parte fundamental de la dieta alimentaria en todo el territorio boliviano.
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