Por: Quya Reyna
María Galindo se ha posicionado en estos días como la candidata favorita para ocupar la Defensoría del Pueblo. Memes, videos y una canción pegajosa como el Digipi diripi diripipiriti de Los Brothers han facilitado su viralidad en redes sociales como Facebook y Tik Tok. Esto, evidentemente, desde antecedentes que la han hecho figurar como activista feminista, anarquista, pero también desde su famoso radio documental con el cual ha llegado a instituciones estatales a cuestionar a los funcionarios públicos desde un rol interpelador. Esto ha causado simpatía desde la sociedad boliviana y tiene mucho que ver con la normalización y aprobación de la “sanción moral” o “un aspecto central de la cultura normativa de los bolivianos”, como manifiesta Lorgio Orellana en una de sus publicaciones. Algo que María ha sabido capitalizar bien, ya que el trato que ha recibido los funcionarios públicos desde Galindo ha sido aplaudidos y ovacionados, causando así memes o publicaciones irónicas como: “trabaja como si María te estuviera viendo”.
Vamos un poco con el perfil. María es una mujer que se hace llamar étnicamente “bastarda” y “antiseñorita”. María es fundadora y miembro de Mujeres Creando, autodenominada feminista, además que su activismo la ha llevado a levantar esta bandera en su lucha y desde el anarquismo. Radialista y también escritora. El último libro que escribió es Feminismo bastardo.
Vamos a su rol político y aquí no quiero contradecirme. Una de las cosas que le he cuestionado al feminismo es este enfoque que le dan a su lucha de pensar fuera del Estado, creyendo que ser parte de un partido político o que un cargo institucional dentro podría “manchar” ese moralismo activista construido desde el cuestionamiento al poder. Algo que me gusta de María es que ella siendo la más anarca de anarcas, piensa su estrategia comunicacional y su rol político desde el Estado, interpelándolo, pero también buscando ser parte de alguna forma. Lo hizo con Eva Copa al firmar un acuerdo en donde Mujeres Creando fue parte de la función institucional pública para mejorar la atención a las víctimas de violencia de género. Resultados: Mujeres Creando renunció al acuerdo y María Galindo sacó a su gente de la alcaldía alteña por problemas relacionados a una disputa del espacio con otros funcionarios. Y aquí me voy con lo siguiente: el espacio de María no es el político desde la institución estatal y sus dependencias, es el activismo, desde la interpelación.
Si María hubiera sido más estratégica, hubiera usado la amistad que tenía con Eva Copa para disputar el espacio, meter más gente dentro y no renunciar. Tenía los modos, pero decidió salir y creo que es porque el rol de María está en el activismo, es el campo desde donde se desenvuelve mejor.
María cuestiona mucho el caudillismo, de hecho, escribió un artículo denominado “La orfandad que deja el caudillo”, haciendo referencia a Evo Morales al despegar a México tras su renuncia. Un texto que no se alejaría en un futuro de la realidad de Galindo, me refiero a la “orfandad” que ella también podría dejar. Yo no pienso que el caudillo sea malo bajo su método. No creo que el caudillo surja solamente desde la política tradicional, sino que es un fenómeno dado en espacios colectivos y activistas y no hablo de liderazgos, sino de la búsqueda de concentración de poder sobre un sujeto.
Me gusta pensar que el discurso necesita un rostro y ese rostro debe generar cohesión entre sus pares y la concentración sobre su imagen, para así articular desde un interés en común. La discusión sobre el caudillismo viene cuando se cuestiona el uso de ese poder. Galindo es una caudillo del mismo movimiento feminista, pero ahora su protagonismo ha trascendido, desde causar la cohesión entre feministas y no feministas, masistas, pititas, cambas, collas… que la apoyan, hasta esa capitalización de la indignación y esa búsqueda del sitial de su imagen para concentrar un discurso: la búsqueda de justicia y la crítica al aparato judicial del Estado.
María busca poder en su imagen y poder desde ocupar un espacio de decisión, eso no es malo, me parece legítimo y me parece bien que el feminismo, desde ella, construya un sitial ahí. Muchos buscan repelerse del poder, no buscan más allá y eso también pasa en el indianismo en la actualidad en relación con sus figuras públicas, a excepción del Mallku. Felipe Quispe quiso concluir su lucha ingresando a la gobernación y también supo jugar bien su rol en su momento, María juega bien su rol ahora, pero aquí es importante entender que, a mayor cohesión, se genera mayor expectativa sobre esa persona. Felipe, lastimosamente, murió el año pasado, no pudimos verlo desde su rol como político dentro de la gobernación, pero murió con los mayores honores. Creo que, si su gestión hubiera sido mala en la gobernación, le restaría mérito, pero no legitimidad. María, pienso, postulará a la Defensoría del Pueblo (entiendo que esto de “daré una sorpresa” es para generar mayor interés) y la cuestión es que su rol en la Defensoría puede no cumplir con la expectativa de la sociedad boliviana que siempre es exigente.
Tenemos a un gobierno central fracturado y en disputa, que más bien usaría la legitimidad que ha conseguido Galindo para adecuarla a arrinconar a ciertos líderes del mismo partido masista o con el fin de instrumentalizar su imagen para generar simpatía, cuando el MAS ha dejado de generar una agenda política, ya que el interés social se concentra en María y en las propuestas desde donde parte su trabajo. Esa propuesta de agenda social que ha generado podría transitar en aspectos políticos partidistas y no sociales. María puede controlar y fiscalizar el Estado desde afuera, es posible que desde adentro las limitaciones le jueguen en su contra. Lo que sí, el MAS cuando mueve sus fichas, no las mueve para perder.
De todas formas, Galindo ya se posicionó como un mito, sea o no defensora. Creo que ser parte de ese cargo puede ser riesgoso por las decisiones que pueda llegar a tener incluso si el MAS la “apoya” en un inicio. Mientras tanto, el trabajo que está realizando no deja de trascender desde la indignación de una población harta de la ineficiencia estatal. María debería buscar las posibilidades y alternativas desde donde pueda asentarse, pero por el momento… digipi diripi diripipiriti…
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