A rio revuelto ganancia de pescadores, así se puede resumir lo que ocurre en Brasil. Y es que mientras se disputan la presidencia, primero fue Dilma Rousseff y ahora le toca el turno a Michel Temer, la deforestación en la Amazonía brasileña avanza a paso de parada y nadie le pone freno. Tal parecería que el Congreso del vecino país busca deliberadamente la desestabilización mientras aprueba normas para favorecer a las grandes empresas y de esta forma desviar la atención de los brasileños, como ocurrió recientemente con la decisión de disminuir “el área de protección ambiental en una de las zonas de la Amazonía más castigadas por la pérdida de masa vegetal”.
El País de España informa que la deforestación en la Amazonía brasileña avanzó un 30 por ciento en 2016 y recientemente el Senado aprobó que la Floresta Nacional de Jamanxim, en el Estado de Pará (norte), uno de los que integran la Amazonía, pierda 480.000 hectáreas de los 1,3 millones que la integraban. La norma pasó a manos de un cuestionado Presidente para que lo apruebe.
Detrás de esta decisión está la legalización de los latifundios, la posibilidad de ocupar nuevas tierras y la indiscriminada explotación maderera, según denuncian los grupos ambientalistas. Esta norma debe ser refrendada por un debilitado presidente Michel Temer, quien se salvó de un proceso en la instancia electoral, pero no de la justicia. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), tienda política que cobija a Temer, promueve la medida.
José Priante, del PMDB de Pará, dijo “lo único que hemos hecho es regular la relación entre el hombre que habita y produce en esta región con la preservación ambiental”.
Facebook Comments