Martínez alertó que el país enfrenta una crisis profunda y que el próximo gobierno heredará una situación compleja con poco margen de maniobra y tiempo limitado para aplicar medidas de corto y largo plazo.
Por su parte, el analista Gonzalo Chávez recordó que la raíz del problema está en la caída de los ingresos por exportación de gas, que en su mejor momento alcanzaron los 6.000 millones de dólares y hoy no superan los 2.000 millones.
En la misma línea, el especialista en hidrocarburos de la Fundación Milenio, Raúl Velásquez, rememoró que ya en 2010 se intentó eliminar la subvención a los combustibles —lo que derivó en un fuerte conflicto social— y que desde hace una década la producción de gas natural viene en declive.
Velásquez sugirió abrir espacios de diálogo entre Estado, empresas y sociedad civil para definir una estrategia energética sostenible, que combine medidas urgentes con una visión de largo plazo.
La economía boliviana enfrenta un doble desafío: la caída de ingresos estructurales y la dependencia de la subvención energética, en un contexto de reservas limitadas y creciente presión fiscal.

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