¿Hay algún país en el mundo donde sólo mujeres encabecen los principales poderes del Estado? Todo apunta a que ese país se llama Bolivia. Desde el 12 de noviembre inició un matriarcado que probablemente dure casi un semestre. A nivel mundial una condición apenas cercana sólo se produce en Noruega. Allí tanto la Primer Ministro, Erna Solberg, como la presidente del Parlamento, Tone Wilhelmsen Troen, son mujeres.
Pero en la sorprendente Bolivia de fines de 2019 y principios de 2020, los tres principales poderes del Estado están encabezados por féminas. Como es sabido, tras la sucesión presidencial del 12 de noviembre, la beniana Jeanine Añez asumió la primera magistratura del país, tras las renuncias de Evo Morales y Álvaro García Linera. Un cargo que parecía destinado a una mujer pues quien la antecedía en el orden de relevos era la senadora cruceña Adriana Salvatierra, pero también renunció. El juego del poder se volvió en aquellos días cosa de damas. Salvatierra quiso dar paso atrás, pero no pudo recuperar el cargo ni a costa de griteríos y empujones.
Como Añez asumió la presidencia del Estado Plurinacional, el Senado y, por lo tanto, el poder legislativo, debía tener una nueva cabeza. Y entre las filas parlamentarias, el 14 de noviembre, emergió otra mujer: la alteña Eva Copa. Mientras tanto, en Sucre, renunciaba el presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), José Antonio Revilla. Cosas del destino, el 16 de noviembre, los tribunos decidieron nombrar como nueva presidente del tercer poder del Estado a la tarijeña María Cristina Díaz. Valga añadir que Añez nombró a la primera canciller de la historia boliviana: Karen Longaric.
CIFRAS DESTACADAS
En los últimos años la presencia femenina en el poder boliviano ya había sido llamativa, pero básicamente en función a cifras. Bolivia se ubica entre los 10 países del mundo que tienen más del 40 por ciento de parlamentarios del sexo femenino. El actual Congreso, elegido en 2014, cuenta con 79 mujeres y 80 varones. Casos similares solo se producen, a nivel continental, en México, Costa Rica, Granada, México, Nicaragua, y Cuba. En el mundo suman además los países del norte de Europa como Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca. En África destaca Ruanda.
Las cifras y datos también muestran que, con Jeanine Añez, sólo Bolivia y Argentina han tenido dos presidentas en el continente americano. A Añez la antecedió Lidia Gueiler, en 1980, también en un interinato, mientras que en Argentina gobernaron Estela Martínez (1976) y Cristina Kirchner (2011-2015). La actual presidente boliviana suma entre las 10 jefas de Estado que hay hoy en el mundo. Sucede así en Noruega, Birmania, Alemania, Bangladesh, Namibia, Nueva Zelanda, Islandia, Rumanía y Barbados.
Los críticos del actual protagonismo femenino en la política boliviana lo matizan bajo dos elementos: Añez no fue fruto de una elección y las parlamentarias responden a la “cuota de género” o la obligación de postular mujeres a cargos electivos. Sin embargo, al margen de cifras y críticas, en la reciente crisis política boliviana fue advertido un activismo político femenino con contados precedentes. Apenas se consolidó la pretensión del expresidente Evo Morales de prorrogarse en el poder, quienes salieron a las calles primero resultaron dos organizaciones femeninas.
ACTIVISTAS DE LA PROTESTA
Corría noviembre de 2017 y el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) había respaldado el argumento de que la reelección era un derecho humano de Evo Morales. Consecuentemente, desoía el resultado del Referéndum del 21 de febrero de 2016. En cuestión de días un nombre en guaraní cobró fama en el país: “Kuña Mbarete”, traducido, “mujer fuerte”. Vestidas predominantemente de blanco empezaron a organizar protestas en Santa Cruz y a sumar militantes en diversos departamentos. Pero días más tarde y bajo diferentes características surgió otra organización: Resistencia Femenina (RF), vestían de negro y usaban pañoletas rojas.
Unas y otras multiplicaron ocurrentes protestas. Ornamentaron monumentos públicos con carteles, precintaron instituciones estatales, regalaron huevos a los gremios empresariales cruceños… Pero, sobre todo, se organizaron para aparecer en diversos actos donde se hallaban Evo Morales o Álvaro García Linera y desataron exitosos escandaletes. Fueron ellas, por ejemplo, quienes aguaron a los mandatarios fugados la que debió ser la apoteósica inauguración de los Juegos Sudamericanos, celebrados en mayo.
No resultaron las únicas. Plataformas ciudadanas humanistas, ecologistas, regionalistas, feministas y de otras tendencias en más de un caso fueron lideradas por mujeres. Valga recordar que el discurso más destacado de la delegación que explicó la situación boliviana ante el pleno de la OEA lo vertió la activista Jhanisse Vaca-Daza. Tampoco desentonaron en diversos momentos de la crisis, luchadoras de larga data como Amparo Carvajal, Olga Flores, Vilma Plata o Silvia Rivera.
TAMBIÉN EN EL MAS
Eso en la variopinta orilla opositora al gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) donde tampoco faltaron combativas expresiones femeninas. Volvieron a la palestra antes de su autoexilio parlamentarias como Susana Rivero o Gabriela Montaño. Incluso si una crisis interna del MAS trascendió, esa fue protagonizada por dos mujeres, es decir, Salvatierra y Copa en su pugna por el manejo del Senado. Y si hay un sector que hasta el presente mantiene la beligerancia activa contra el nuevo gobierno, ese constituye el de las conocidas Bartolinas o Confederación de Mujeres Indígenas de Bolivia.
Son las Bartolinas quienes reiteradamente han advertido que no permitirán el retorno de la Policía al Chapare. Y son ellas quienes pleitean internamente para que una de sus representantes sea candidata en las próximas elecciones presidenciales. Entre las candidatas propuestas se halla la alcaldesa de Vinto, Patricia Arce. Nadie duda de que una de las imágenes más memorables del histórico conflicto reciente fue protagonizada por Arce. Acusándola de instrumentar violentos ataques, grupos opositores le cortaron el cabello, le pintaron el cuerpo y amenazaron con lincharla, pero ella respondía: “Mátenme si quieren, puedo dar mi vida por el proceso de cambio”.
A propósito de alcaldías, el recuento de autoridades políticas femeninas suma su presencia en los cargos principales de las más importantes ciudades del país. Dos mujeres encabezan, por ejemplo, al Municipio de la ciudad de El Alto, la segunda más poblada de Bolivia: la alcaldesa Soledad Chapetón y la presidenta del concejo Jhanneth Chuquimia. Y desde la crisis de noviembre, luego de la renuncia del alcalde Iván Arciénaga, Sucre, la capital del país, también tiene una alcaldesa: Rosario López.
Mientras tanto, en la urbe más poblada de Bolivia, Santa Cruz, funge también una presidente del Concejo Municipal. Es más, vox populi asegura que, debido a las frecuentes crisis del alcalde titular, Percy Fernández, quien realmente gobierna aquel municipio es Sosa. Adicionalmente, la sede de gobierno, La Paz, tiene igualmente una presidente del concejo edil: Andrea Cornejo. No sólo ella, quien reemplaza al Alcalde Luis Revilla durante el fin de año es la alcaldesa interina Katia Salazar. Y en Cochabamba hasta mayo Karen Suárez ocupó aquel cargo. Debido a baja por maternidad fue reemplazada por Beatriz Terán.
Considerado el cuarto poder del Estado, hoy la prensa, en Bolivia, también presenta un sesgo marcadamente femenino. Como no sucedió en décadas, cuatro de los principales diarios del país tienen directoras: Página Siete y La Razón de La Paz, Los Tiempos de Cochabamba y El País de Tarija. Además, quien encabeza a los medios de comunicación del Estado es una ministra: Roxana Lizárraga.
Y volviendo a la crisis, vale recordar que tres periodistas femeninas fueron también protagonistas especiales de las tres semanas en las que Bolivia convulsionó: Casimira Lema, Ximena Galarza y Amalia Pando. Las tres estuvieron en la mira de la virulenta reacción masista tras la huida de Evo Morales. A Lema un grupo de vándalos le incendió su casa mientras que Galarza y Pando debieron ser objeto de particulares medidas de protección para evitar peligrosas amenazas.
“LAS MALAS DE LA PELÍCULA”
En ese marco, se multiplican las preguntas para los y las analistas del fenómeno que hace de Bolivia un país singularmente matriarcal en estos meses. En medio de la sorpresa quien ha vertido las más duras críticas contra lo que la llegada de Añez significa para el país ha sido, para variar, una feminista. María Galindo le dedicó a la presidenta sendos, pero poco afortunados análisis. Le generaron a esta conocida activista, probablemente, la más nutrida de las desaprobaciones que sus columnas hayan tenido.
“Las mujeres que se conmueven porque ven a una mujer gobernando el país ven un espejismo. Ser un espejismo es la mayor de sus cualidades, no por nada su verdadera vocación es la de presentadora de televisión: puede presentar un feminicidio y pasar a la farándula con la misma sonrisa”, escribió el 18 de diciembre. “La barbificación de que señalo y tanto les molesta, es una operación política por la que pasamos casi universalmente las mujeres. Los cánones de belleza son una forma de dictadura estética que clasifica nuestros cuerpos,y que muy elocuentemente he resumido en la inexistente palabra de barbificacion que convierte una muñeca icónica en un verbo”, aclaró una semana más tarde.
Así, hasta las “malas de la película” destacan en este tiempo. Si lo sabrá el propio Evo Morales a quien, entre sus mayores dolores por la pérdida del poder le suenan los nombres de Gabriela Zapata y Nemesia Achacollo. Debilidades harto conocidas en el exmandatario hicieron que ambas sean protagonistas de sonados escándalos que afectaron definitivamente su imagen y le restaron votos. Hoy ambas enfrentan delicados procesos ante la justicia.
Valga sumar, además, que el denominado quinto poder del Estado estuvo encabezado hasta el 10 de noviembre también por una mujer. María Eugenia Choque presidió el polémico Tribunal Supremo Electoral, órgano donde se ubicó el detonante de la crisis política que le costó el poder al MAS. Sin querer, una mujer también desató el remezón que ha derivado en el actual verano matriarcal que vive Bolivia. ¿Casualidad o señal de otro “proceso de cambio”?
CARLOS LARUTA (*): “ES UN AVANCE PARA LA DEMOCRACIA BOLIVIANA”
La alternancia de género está teniendo efecto. Constituye un avance no sólo en la legislación, sino para la democracia boliviana. Eso indica que es un sistema democrático donde ellas tienen el lugar que por derecho les corresponde, ya que son la mitad de la población.
Hay autoridades femeninas electas, pero además hay autoridades femeninas nominadas como las ministras de Comunicación, Educación, Cultura y Relaciones Exteriores. Ellas ocupan cargos por méritos propios. Con ambas se trasciende esa deuda de hace 30 años. No sólo es un cambio de género o de personas. Cambia además la visión, el contenido de la democracia boliviana. La mujer tiene su propia forma de hacer política, su visión y el contenido estará más cargado de humanismo. No es casual que la pacificación del país haya sido tan rápida. Eso es sintomático. Jeanine Añez o Soledad Chapetón cuando aparecieron en las cámaras llorando mostraron que lo humano se completa en la política con la presencia de ellas. *Es sociólogo.
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