La cultura en los medios, la interculturalidad en los espacios y el valor del patrimonio fueron los ejes de tres sesiones de diálogo.
En el marco del vigésimo quinto aniversario de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB), la institución presentó un ciclo de debates denominado “Tinku cultural. Debates para desenredar”, en tres jornadas de reflexión en línea los invitados compartieron criterios sobre los desafíos para el periodismo, los espacios culturales y el patrimonio de nuestro país.
Las discusiones se inauguraron el pasado 26 de octubre con el análisis de la relación entre los medios de comunicación y la cultura, con la participación de Milen Saavedra, editora del portal RC Noticias de Bolivia; Saraí Amorós, periodista e investigadora; Willy Camacho, escritor y editor; Ángel Careaga, comunicador y director de la revista Claroscuro de RTP y Alex Aillón, director de Culturas del Gobierno Municipal de Sucre, en la moderación.
Los panelistas coincidieron que el periodismo cultural es una especialización que falta desarrollar en el país, ya que actualmente la mayoría de los medios realizan una suerte de agenda de expresiones artísticas y se mostraron a favor de encontrar nuevas narrativas, contenidos y públicos acordes al desarrollo tecnológico y a las nuevas generaciones.
Saavedra se mostró partidaria de una profundización en la investigación y cobertura de los procesos creativos, un criterio compartido por su colega Willy Camacho quien sostuvo que “la revisión de agenda, sirve para el consumo, pero no ayuda en la profundización de la propuesta artística”.
Por su parte Careaga, consideró que “se necesitan profesionales que entiendan la dimensión de lo que significa difundir, promocionar, los hechos culturales para comprenderlos desde el significado de la cultura, más allá de la espectacularidad.” Mientras que para Amorós el desafío “es pensar con otra mirada, entender el lenguaje de esta nueva civilización”.
Durante la segunda jornada las directoras de Centro de la Cultura Plurinacional Santa Cruz, Paola Claros; del Centro Cultural Simón Patiño de Cochabamba, Elizabeth Torres; y los directores de mARTadero, Fernando García y de la Fundación Wayna Tambo, Mario Rodríguez, analizaron el eje temático de los espacios culturales con la moderación del periodista y artista Miguel Vargas.
Tanto Claros como Torres estuvieron de acuerdo en que la pandemia ha permitido a los espacios culturales ampliar sus públicos a través de la incursión al mundo digital, aunque ambas también hicieron hincapié en los problemas de conectividad que todavía existen en el país, donde amplios segmentos no tiene acceso a Internet. Por su parte Rodríguez y Díaz, concordaron en que para que lo digital no empobrezca la acción y relación cultural, debe estar “enganchada” a los procesos locales de territorialidad y de proximidad de cada centro.
Los panelistas coincidieron en destacar la importancia de los centros culturales para la construcción de interculturalidad, ya que por su naturaleza se trata de espacios abiertos que promueven la interacción social y la gente a su vez se apropia de ellos y sus propuestas artísticas y las resignifican.
Los expositores estuvieron de acuerdo en que los públicos de los espacios culturales van en relación a la naturaleza de cada uno, a las orientaciones y objetivos que tengan y a las propias expectativas e identificación de la gente de acuerdo con su territorialidad, su ámbito de acción o sus intereses.
Durante la última jornada, las discusiones estuvieron centradas en el patrimonio y contaron con la participación del especialista en patrimonio artístico e historiador del arte Pedro Querejazu; la restauradora Tatiana Suarez; el investigador Daniel Oropeza; y la conservadora y restauradora griega Irene Delaveris, con la moderación de la arquitecta y docente Leonor Cuevas.
En el debate se hicieron evidentes la diversidad de miradas sobre el valor del patrimonio; por un lado, con la postura de Querejazu que defendió su valor en sí mismo como legado de nuestros antepasados, frente a la postura de Suárez y Oropeza para quienes la valía está dada por la identificación de las sociedades con su herencia.
Sin embargo, los panelistas coincidieron en las carencias del país para la conservación, la difusión y promoción del patrimonio. Querejazu puso énfasis en la necesidad de políticas culturales en los distintos niveles de gobierno “con participación de la academia y la sociedad misma”; en tanto que Oropeza apuntó a la falta formación específica, de fondos y el descuido de los saberes ancestrales y la digitalización de archivos.
Por su parte Suárez identificó quiebres en la cadena de difusión que no permite a los ciudadanos conocer sobre el patrimonio, su valor y los trabajos de conservación que se realizan, un criterio compartido por Delaveris, que hizo hincapié en que se valora sólo lo que se conoce e insistió en la necesidad de recuperar los sabes ancestrales.
Igualmente, el panel destacó la urgencia de democratizar la información y abrir más espacios para la investigación, al igual que un mayor aporte del Estado para la promoción y la difusión del patrimonio.
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