El triunfo de Paz marca el retorno de una oposición democrática al Palacio Quemado tras veinte años de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS). Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, el nuevo mandatario llega con un perfil moderado y una narrativa pragmática: desregular la economía sin desamparar a los más pobres.
El hijo del expresidente que se volvió outsider
Rodrigo Paz no es un novato en política. Diputado, concejal, alcalde y senador por Tarija, su carrera política supera las dos décadas. Sin embargo, logró construir la imagen de un outsider, hábil en un contexto donde el electorado buscaba renovación y cansado de las mismas figuras de siempre.
Analistas como Eduardo Gamarra sostienen que su victoria se explica por el voto popular que abandonó al MAS, tanto en las zonas rurales como urbanas.
“Paz ha capturado el voto que perdió el MAS, especialmente entre los sectores que buscan estabilidad y resultados concretos”, apunta Gamarra.
El periodista Fernando Molina coincide, subrayando que El Alto fue decisivo en este vuelco electoral.
“Los mestizos populares, históricamente ligados al MAS, rompieron con la izquierda tradicional y apostaron por Paz. Fue un voto de cambio sin ruptura”, explica.
De la infancia en el exilio al poder
Nació en 1967, en Santiago de Compostela, España, en pleno auge de los regímenes militares que acosaban a la familia Paz. Su infancia transcurrió entre Colombia, Venezuela, Chile y Argentina, marcada por el exilio político de su padre.
Regresó a Bolivia en 1982, cuando el país recuperó la democracia. Estudió en el colegio San Ignacio de La Paz y luego en la American University de Washington, donde se formó en Relaciones Internacionales y Gestión Política.
En 2002 debutó en la arena electoral como diputado por Tarija, heredando una sigla histórica —el MIR— que más tarde desaparecería del mapa político.
Su ascenso continuó en la alcaldía de Tarija (2015-2020) y luego en el Senado. Pese a denuncias por supuestos sobreprecios y contratos irregulares, su figura se consolidó como la de un político dialogante, de discurso calmado, que seduce al votante moderado.
El discurso del “capitalismo para todos”
Paz construyó su victoria sobre un concepto económico directo y provocador: “capitalismo para todos”.
Durante la campaña sostuvo que el Estado debía dejar de ser un obstáculo y convertirse en un facilitador.
“A mí lo que me importa es que la gente coma y pueda trabajar. El Estado no debe joderte la vida”, declaró durante su campaña.
Propone bajar impuestos, fomentar el crédito y recuperar el dinero “guardado debajo del colchón”, que según sus cálculos ronda los US$ 9.600 millones fuera del sistema bancario. También busca repatriar otros US$ 7.000 millones que los bolivianos mantienen en el exterior.
Entre sus planes figura la creación de un “Fondo de Estabilización del Dólar”, la bancarización masiva y un subsidio diferenciado al combustible, ajustado por sector económico.
Descentralización y autonomías: el plan 50-50
Otra de sus banderas es el plan “50-50”, que plantea que los gobiernos departamentales y municipales administren la mitad de los recursos nacionales.
“Hoy el Estado central se queda con el 80% de los recursos y reparte un 20% a más de 300 municipios y universidades. Eso debe cambiar”, aseguró Paz.
La propuesta apunta a fortalecer las autonomías y reducir el control del gobierno central sobre los presupuestos locales, una idea que rescata de su experiencia municipal en Tarija.
Un cambio sin ruptura
Rodrigo Paz llega al poder con un país agotado por la crisis económica, la devaluación de hecho y la escasez de combustible. Su mayor desafío será restaurar la confianza en las instituciones y sacar a Bolivia de su recesión sin provocar un shock social.
“Queremos trabajar con todos, producir con todos y crecer con todos”, dice el nuevo presidente, intentando marcar distancia de los extremos.
La sociedad boliviana, al parecer, también lo entendió así: un cambio, pero sin ruptura.
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