El departamento de Potosí celebra hoy, 10 de noviembre, un nuevo aniversario cívico en homenaje a la gesta libertaria de 1810.
En aquel día, pero en 1810, los habitantes de la Villa Imperial se levantaron en armas y tomaron prisionero al gobernador español Francisco de Paula Sanz. Las fuerzas libertarias estaban encabezadas por Manuel Molina, los hermanos Nogales, Salvador José Matos, Melchor Daza, Mariano Subieta y los hermanos Millares.
El levantamiento fue sumamente importante, ya que consolidó la libertad del la Argentina, que combatía contra la Corona española desde 1809. Las tropas de Juan José Castelli, comandadas por Martín Miguel de Güemes, consiguieron la más importante victoria de la campaña del Alto Perú el 7 de noviembre de 1810 en Suipacha, pero tenían el reto de tomar la plaza de Potosí, donde se había parapetado Francisco de Paula Sanz, quien, junto al presidente de la Audiencia de Charcas, Vicente Nieto, defendía el absolutismo español.
Las minas de plata, cuyo descubrimiento dio pie a muchas leyendas, fueron la base para el establecimiento de la ciudad de Potosí, a los pies del Cerro Rico. Fue fundada el primero de abril de 1546 por don Juan de Villaroel, los capitanes Diego de Centeno y Santandia, y el Maestre de Campo Pedro Cotamito. A Juan de Villaroel se le confirmó como descubridor del Cerro y fundador de la Villa de Potosí por el Rey de España Carlos V, mediante cédula de 28 de Enero de 1547, en la que además se le concedió a la naciente población el título de Villa Imperial y se le designó el escudo de armas que debía servirle de blasón.
Después de su fundación, la ciudad comenzó a crecer desordenadamente, a medida que llegaban aventureros y forasteros atraídos por la fabulosa riqueza de las minas del Cerro Rico. Hacia el año 1560, Potosí se había convertido en una de las ciudades más prósperas e importantes del Nuevo Mundo y su población de entonces (unas 160 mil personas) se dice que superaba a las de París, Londres y Nueva York.
Potosí fue la posesión más preciada de la corona española. Sus minas producían grandes cantidades de material que sirvieron para enriquecerla y consolidar su expansión en los territorios del nuevo mundo.
Su actual arquitectura colonial es un pálido reflejo de la importancia que tuvo en los siglos XVI y XVII. Potosí vivía en tal opulencia, que la hacía la ciudad más cara y fastuosa del virreinato del Perú. Teatros, mercados con productos de todo el mundo, comercio interior intenso, forasteros y aventureros, prostitución y juego eran la atmósfera habitual de esta gran metrópoli minera, que con los años vio decaer su importancia y riqueza. Empero, todavía la explotación minera, especialmente de estaño y tungsteno, es una de las principales actividades del departamento en la actualidad.
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