París, Madrid, Bruselas, Stuttgart, Glasgow, Bruselas, Ámsterdam, París, Glasgow, Lisboa, Milán, Cardiff, Kiev, París y Londres. Esas son las ciudades de nacimiento de cada una de las Copas de Europa que tiene el Real Madrid. Ya son 15, con la obtenida este sábado en Wembley tras superar al Borussia Dortmund, una nueva conquista que acentúa aún más el reinado de los blancos en esta competición.
Este nuevo cetro no hace más que ratificar a un vestuario que, con cambios y paulatinos relevos generacionales, ha sabido hacerse fuerte como grupo para, en unos pocos años, darle otro acelerón a la adquisición y recuento de ‘Orejonas’ por parte de la entidad. Carlo Ancelotti ha sabido conjugar la experiencia de los Courtois, Carvajal, Rüdiger, Nacho, Kroos, Modric y compañía con el hambre y las ganas de más de los Lunin, Camavinga, Tchoauméni, Valverde, Bellingham, Vinicius, Rodrygo, Brahim y demás. Algunos de ellos, Modric, Nacho y Carvajal, para ser concretos, han alcanzado a Paco Gento como únicos jugadores en el mundo con 6 trofeos de la máxima competición continental de clubes. Sirva como ejemplo gráfico de lo que, en solo unos años, han vivido en la capital de España.
La andadura de los de ‘Carletto’ en esta Champions League arrancó en septiembre en el Santiago Bernabéu. Comenzaban una fase de grupos que les enfrentó a Union Berlin, Sporting de Braga y Nápoles. Y ninguno pudo rascarles ni siquiera un solo punto. El conjunto español terminó líder de grupo con pleno de victorias tras ganar, por este orden, por 1-0 al Union, por 2-3 al Nápoles, por 1-2 y 3-0 al Braga, por 4-2 a los italianos y por 2-3 a los alemanes.
Pese al resultado final, el equipo lo pasó mal en la mayoría de partidos y, de hecho, 4 de sus triunfos (todos menos el doble partido ante los portugueses) llegaron con goles decisivos del minuto 78 en adelante. En ese minuto, precisamente, llegó el autogol de Meret en el Diego Armando Maradona que le dio los 3 puntos a un Madrid que había debutado semanas antes con un 1-0 ante el Union Berlin con una diana de Bellingham en el 94′. También pasaron apuros los ‘merengues’ ante italianos y germanos en la vuelta. Nico Paz, en el 84′, hizo un 3-2 que acabaría en 4-2 gracias a Joselu en el 94′ frente a los ‘partenopei’. Y ya en la última jornada, Ceballos confirmó el pleno en la capital de Alemania al anotar el 2-3 en el 89′.
La condición de líder le permitía al Madrid, a priori, un sorteo más amable. Aun así, había equipos de renombre como PSG o Inter, aunque también potenciales peritas en dulce como Copenhague o PSV. Al final, el término medio fue el resultado: el RB Leipzig sería su rival en octavos de final. El equipo de Marco Rose compitió a un gran nivel, posiblemente, por encima de lo esperado. Tanto es así que, en la ida, la superioridad local fue evidente, aunque no llegó a reflejarse en el marcador. Lunin firmó una gran actuación y fueron los blancos los que dominaron en el resultado gracias a un golazo de Brahim a los 48 minutos. En la vuelta, cumpliéndose la tradición del sufrimiento en casa tras ganar fuera la ida de una eliminatoria de Champions, el Madrid tuvo sus dudas. Vinicius puso el 1-0 en el 65′, pero el rápido empate de Orban (68′) y el arreón final de los alemanes, que tuvieron un balón al larguero de Dani Olmo en el añadido, hicieron temer lo peor en el Bernabéu.
La ilógica resistencia en el Etihad
Si en octavos las bolas habían sido razonablemente benévolas, en cuartos se pasaron de malvadas. El Manchester City, equipo que les apartó de la final la pasada campaña, se cruzaba en un camino en el que, por lógica, el Madrid habría yacido sin vida tras pasar por el Etihad. Pero ya sabemos que ni el fútbol entiende de razonamientos lógicos ni mucho menos los sigue este equipo en esta competición. La ida fue un festival de llegadas y goles que acabó en 3-3. Bernardo Silva dio ventaja al City, pero Rúben Dias, en propia puerta, y Rodrygo le habían dado la vuelta con tan solo 14 minutos jugados. Ya en el segundo tiempo, otro festín con 3 dianas en 13 minutos llevó a los ingleses a verse con 2-3 gracias a Foden y Gvardiol, pero Valverde, en el 79′, dejó en nula la ida para dejar un panorama en la vuelta absolutamente extremo, emocionante y decisivo.
Los de Ancelotti habían tirado más (14-12) y habían tenido más saques de esquina (4-2) en la ida, por el 38-62 en porcentaje de posesión o el 423-690 en pases favorable a los de Pep Guardiola. De este reparto más o menos equitativo no hubo ni rastro en Mánchester: el City ganó en posesión (68-32) y goleó en córneres (18-1), en tiros (33-8, 9-3 a puerta) y en pases intentados (919-457) y exitosos (846-373). Pero el Madrid ganó en el marcador, el único que dicta sentencia. Lo hizo tras un episodio casi epopéyico de resistencia después de adelantarse a los 12 minutos por medio de Rodrygo. El Etihad parecía inclinado hacia una portería que solo cedió una vez, ante De Bruyne en el 76′. Volvió a cerrarse en la prórroga y en una tanda en la que Andriy Lunin terminó de lucirse al detener los lanzamientos de Bernardo Silva y Mateo Kovacic. Hasta ahí tuvo que remontar el equipo blanco, que había comenzado con un fallo de Luka Modric.
Todavía con el corazón acelerado y el susto en el cuerpo, el Bayern se presentó en semifinales con la intención de ayudar al dominio alemán en esta Champions. El Borussia Dortmund, siempre bajo el cartel de ‘caramelito’, fue deshaciéndose de rivales y amenazaba, junto a los de Múnich, con reeditar la final germana de 2013 para la que, por cierto, ser cargaron a Madrid y Barcelona, respectivamente. Pudieron los de Thomas Tuchel allanar el camino para ello en la ida, pero Vinicius, en el minuto 83, convirtió un penalti que anuló su propio tanto inicial (24′) y la remontada en solo 4 minutos por medio de Sané (53′) y Kane (57′). Otra vez quedaba todo pendiente para la vuelta. Esta vez, fue en el Bernabéu. Y de nuevo se dio una de esas noches mágicas, épicas y, ya directamente, definidas como madridistas.
En un partido con menos descontrol y locura que de costumbre, el 0-0 se mantuvo hasta el minuto 68. Alphonse Davies, jugador, por cierto, relacionado con el cuadro español para la próxima temporada, marcó un golazo que despertó dos sensaciones casi simultáneas en el madridismo. Se pasó del lamento por el tanto recibido al “¿Sucederá otra vez?”. Y sucedió. Los ‘merengues’ se reactivaron, con Toni Kroos como uno de los grandes culpables, y Joselu, con su doblete en el 88′ y el 91‘, remató la última remontada frenético en un Bernabéu que ya se las sabe de memoria. Con polémica por un gol del Bayern que no valió al darse justo tras el pitido final, el choque terminó y los de casa volvieron a sellar un billete a una final de la Liga de Campeones.
La mezcla perfecta y un adiós de leyenda
A la hora de hablar de los nombres propios de la ‘Decimoquinta’, es inevitable dejar a Toni Kroos para más tarde. Su calidad, su fútbol, su elegancia y hasta su sonrisa ya merecen muchas líneas, pero estas se multiplican si, a todo eso, se le añade una despedida. El alemán se retirará del fútbol tras la Eurocopa, por lo que este fue su último baile con la elástica blanca. Los números, fríos muchas veces, dirán que solo ha aportado una asistencia y ningún gol a esta nueva corona. Que le pregunten a Ancelotti. A cualquier compañero. A cualquier aficionado. Y se verá cuál es la importancia real.
Al margen del ‘8’, el éxito de este título se ha repartido convenientemente en el vestuario. Los porteros, con Kepa y Lunin durante casi todo el curso y Courtois en la recta final, salvaron los muebles cuando el equipo hizo aguas. Que las hizo. Que nadie se deje engañar por el final. Pero ¿quién no las hace? En las peores versiones blancas, aparecieron los guantes de los de negro (entre otros colores). Cuando tuvieron menos trabajo, es porque la defensa, reconstruida desde el inicio por las graves lesiones de Alaba y Militao, rindió como debía. Rüdiger y Nacho soportaron las bases de un equipo que hasta contó durante el curso, aunque la mayoría de ocasiones en Liga, con aportaciones ofensivas de Carvajal, no siempre dado a ello. Mendy, en su línea cumplidora. Estadísticamente hablando, la importancia del alemán se refleja en que es el que más duelos aéreos ganó del plantel (22 antes de la final), mientras que el lateral fue, con 52 hasta este sábado, el que más balones cortó.
Pero, como suele pasar, la cuota de protagonismo se centra en los que se colocan del centro del campo en adelante. Y además, así lo dicen los datos. Bellingham y Vinicius son los grandes nombres propios de esta Champions League. Antes de la final, reinaban en rankings tan relevantes como las faltas provocadas y los duelos totales ganados, por parte del inglés, y los regates con éxito y los pases clave en el caso del brasileño. En lo meramente numérico, Joselu queda como segundo máximo anotador del equipo en el torneo con 5 dianas justo detrás de Vinicius.
No debe olvidarse el trabajo de un Carlo Ancelotti que quedará para siempre como el perfecto arquitecto de un Madrid apoyado en la sabiduría de sus veteranos, pero con chutes de juventud y energía constantes por parte de los más jóvenes y, en ocasiones, actores secundarios que supieron esperar a su momento como Brahim o Joselu. Es la mezcla perfecta, esa que tanto se persigue en el fútbol y que no siempre se alcanza. Este 1 de junio, los pupilos del italiano volvieron a hacerlo, sumaron una Champions más a sus ya agobiadas vitrinas y añadieron Wembley a la lista de ciudades que, desde que vieron levantar la ‘Orejona’ a uno vestido de blanco, quedaron manchadas, aunque fuese de forma ínfima, por un brochazo blanco.
Fuente: BESOCCER
Facebook Comments