La crisis era tal que no se sabía cuántas reservas de hidrocarburos teníamos. La crisis sigue, y seguimos sin saber cuánto de reservas existen en las entrañas chaqueñas de Tarija, Santa Cruza y Chuquisaca. ¿Debemos alarmarnos? Es tal vez un fin de ciclo. Un cambio de era nomás.
Ante la crisis de carburantes, la empresa privada está buscando una solución. No es la primera vez que esto pasa. Esto ya se dio en un contexto similar, 1988 y la crisis de cambio de modelo.
ESE 1988 AL CALOR DE MALOS PRECIOS DE MINERALES
Ese año fue malo para el estaño. Apenas 10 mil toneladas métricas. Apenas dos mil más que el año pasado. Era 1988 y las minas estaban mal. Entre 1988 y 1994 se cerraría definitivamente una mina, su nombre, San José.
Fundada en el siglo XVIII, tuvo un momento de esperanza cuando unos expedicionarios chilenos fundarían la Compañía Minera de Oruro. Era el inicio de una meca industrial. El comienzo del capitalismo en el corazón de los Andes. Pero San José podía dar más. En 1952 sus faldas fueron testigos de los balazos del Fuerte Camacho, regimiento desde partieron vivaces voces que pedían revolución.
En 1994, nadie hubiera creído en este triste final. Esa era una parte del iceberg en la situación minera de los ochenta y principios de los noventas. Hubo crisis, y el estado no sabía cómo manejar la situación.
EL PROYECTO TIERRAS BAJAS DEL ESTE DE 1988
La banca estaba mal, las finanzas mal. Todo estaba de mal en peor. La minería, sostén de divisas, ya no era fuente de ingresos. Es por ello que en 1988 se empezaba a avizorar otro horizonte. Su nombre era Santa Cruz. Ya a fines de los 80’s se estaba perfilando como un imán de migraciones. No por nada crecería de los 92% en 1992 al 48% en 2001. Tenía un crecimiento demográfico sostenido.
En ese año se activó un plan financiado por el Banco Mundial. Se llamó tierras bajas del este, y fue el inicio de un plan agrícola, base de la economía regional de las próximas dos décadas.
Pues, no fue ni el Estado, ni la participación cívica local las que propiciaron el desarrollo de este plan. Fue la iniciativa privada. Y fue justamente como ahora, como cuando los privados tienen que ayudarnos por la escasez del carburante, que en 1988 un plan emergente, alterno a la deficiente economía minera, fue desarrollado también por privados.
EL SUEÑO DE JOAQUIN
Su nombre evoca a un soñador. Es Joaquín, y su primera etapa era esa, ser soñador. Escribía textos novelados, y luego se adentró a la historia de Bolivia, especialmente sintiendo la causa marítima. Pero no era un patrioterismo barato, ni una pérdida de tiempo en una parada militar. Joaquín escribía para pasar del sueño a la realidad. Ese tal vez el sueño de muchos escritores, que soñamos con hacer realidad algunas de nuestras quimeras.
En 1988, al calor de las Tierras Bajas del Este, Joaquín se dispuso a crear Central Portuaria Aguirre. En plena etapa de crisis donde el Estado no tenía como sostener la economía, o tal vez no la deseaba, desde que los nuevos actores liberales reinaron en la Casa Quemada desde 1985. Joaquín licitó la construcción de un puerto en el río Paraguay, con grúas, muelles, pontones y barcos. Ser PROACTIVO en un momento de crisis, con faltas de divisas.
Era tal vez una sencilla manera de buscar una solución a un problema desde el accionar de un actor privado. Pasó en 1988 en plena crisis del momento. Pasa en este momento con los combustibles de 2024.
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