Esto comenzó, al menos oficialmente, en 2008, cuando Isaac Ávalos (quien fue elegido como ejecutivo de la CSUTCB oficialista y también era diputado) expulsó por la fuerza a Rufo Calle, ejecutivo reconocido por la COB, de las instalaciones de la CSUTCB. Desde entonces, Claros ha estado presente en la organización durante más de 16 años, mayormente en el área de comunicación, bajo los liderazgos de Ávalos, Roberto Coraite, Damián Condori, Feliciano Vegamonte, Jacinto Herrera y Ever Rojas.
Desde que Felipe Quispe estuvo en la CSUTCB, Evo Morales promovió la creación de organizaciones paralelas, primero con Román Loayza e Isaac Ávalos, hasta que en 2008 logró tomar el control total de la CSUTCB. Como puede observarse más adelante, al igual que ocurrió con las «Bartolinas», estas dos máximas organizaciones no han sido dirigidas por los aymaras, sino por federaciones afines al trópico. Algunos dirigentes se volvieron disidentes, como Damián Condori y Roberto Coraite, quienes postularon con otros partidos en elecciones. Los otros llegaron a ser senadores, diputados o viceministros en el MAS.
En términos discursivos, estas dirigencias de la CSUTCB rara vez adoptaron un enfoque basado en el indianismo o en la oposición «q’ara vs indio». En cambio, su retórica ha sido más cercana a una visión de izquierda y al guevarismo. Sin embargo, en esta disputa interna del MAS, se marca un cambio en el discurso.
Humberto Claros fue detenido por el gobierno debido a su papel en los últimos bloqueos. Antes de ser arrestado, en Lauca Ñ, afirmó que el conflicto actual es entre «indios y q’aras», argumentando que se ha pisoteado la wiphala y la pollera. Estas declaraciones evocan la polarización de 2019, buscando tal vez esa solidaridad de sangre.
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