Libertad Martínez, Subgerente de Pro Mujer en Bolivia, conversó en exclusiva con RC Noticias de Bolivia, sobre la violencia económica contra la mujer en el país, además de las acciones que la institución lleva a cabo para apoyar a las mujeres que deciden salir de la violencia.
La especialista hace énfasis en la importancia de incluir la perspectiva de género en el accionar de instituciones, empresas y medios de comunicación para hacer la diferencia, así se puede generar un impacto en las nuevas generaciones.
Mira la entrevista:
Violencia económica contra la mujer: un maltrato invisible
El 11,8% de las mujeres bolivianas no tiene ingresos propios, según la CEPAL, lo cual lleva a que, con frecuencia, sus finanzas sean controladas por sus parejas.
La autonomía económica de las mujeres ha sufrido un fuerte deterioro entre el 2019 y 2021, pasando de un 29,5% de mujeres sin ingresos propios a un 11,8%, según informa la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. La falta de una fuente de ingresos propia puede llevarlas a ser víctimas de violencia económica. De hecho, el último estudio de ONU Bolivia muestra que el 31% de las mujeres de más de 15 años sufrió este tipo de violencia a lo largo de su relación sentimental. Esta cifra es consistente con la brecha salarial que coloca a las mujeres bolivianas en desventaja. En los datos del último censo, recogidos por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), muestra que ellas ganan 10% menos que los hombres por el mismo trabajo y que, en comparación, una mayor proporción percibe menos del salario mínimo.
Aunque no deje marcas en la piel, la violencia económica es una forma de coartar la libertad de las mujeres y es, en ese sentido, es considerado uno de los 16 tipos de violencia. ONU Mujeres la define como: “aquella que consiste en lograr o intentar conseguir la dependencia financiera de otra persona, manteniendo para ello un control total sobre sus recursos financieros, impidiéndole acceder a ellos y prohibiéndole trabajar o asistir a la escuela”. También se ve reflejada cuando el esposo o la pareja se niega a pagar la pensión alimenticia y/o le limita el uso de todos los bienes que tienen juntos.
Carmen Correa, CEO de Pro Mujer, afirma que “es necesario ampliar la autonomía financiera de las mujeres para que puedan ser las dueñas de su propio destino. Para eso, hay que apoyar su progreso y transformación, brindándoles herramientas que respondan a sus realidades y ofrezcan la oportunidad de adquirir nuevas habilidades comerciales.”
Desde el 2020, Pro Mujer implementó en Bolivia el programa Mujer Segura que, bajo dos modalidades de atención – una línea gratuita 800-102414 para todas las mujeres que sufren violencia y presencial en La Paz, El Alto y Villa Fátima– contiene y asesora para que las mujeres puedan salir del círculo de violencia en el que viven.
De acuerdo con testimonios de mujeres que buscaron apoyo en este programa, se podría decir que el tipo de violencia económica más recurrente proviene del concubino que se niega a pagar la cuota alimenticia, cuando la pareja se ha separado:
“La señora refiere que su concubino la desalojó de la casa y, además, ejerce mucha violencia psicológica, no valora lo que ella aporta para la casa. Esa situación la tiene deprimida, pero no quiere denunciarlo”.
También es común que el entorno familiar del hombre aplique algún tipo violencia contra la concubina:
“La víctima relata que los familiares de su pareja la agredieron para que se vaya de la casa de sus suegros porque no había pagado el servicio de luz y lo suspendieron”, Fuente Testimonios programa Mujer Segura.
Desde su lanzamiento, este plan atendió más de 12.000 llamadas -de todo el país- y asistió a más de 3.000 casos en las sedes de La Paz, El Alto y Villa Fátima.
Mujeres que inspiran
Las mujeres bolivianas demuestran un potencial imparable. El país tiene la tasa de participación laboral femenina más alta de América Latina con un 62%, frente al 51% que se registra en el resto del continente (ONU). Pero, aunque esta cifra pueda parecer alentadora, al mirar el detalle se observa que gran parte de las mujeres económicamente activas, el 60% de ellas para más precisión, se emplean en ocupaciones con un alto nivel de informalidad y baja productividad; mientras que solo el 40% de los hombres se encuentra inserto en este tipo de actividades.
“Las emprendedoras bolivianas están demostrando al mundo que tienen una fuerza y una voluntad inquebrantables. Creemos que es crucial apoyar su desarrollo facilitando los recursos para que alcancen la plena autonomía económica”, opina Correa.
Un ejemplo de esta energía emprendedora es Juana López, quien puso una tienda en el barrio para aportar al hogar que comparte con su marido. En un momento crítico para su familia, ella se propuso sacar adelante a sus dos hijos pequeños. Considera que las mujeres, al igual que los hombres, son capaces de trabajar y desplegar su potencia.
“A veces ellos no tienen trabajo, pero las mujeres también podemos, aunque hay varones que son bien machistas: ‘no, las mujeres para la casa, para las guaguas’, dicen, pero en esta vida ambos tienen que trabajar. Porque las mujeres tenemos todas las profesiones, como cocineras, todo, pero a nosotras nadie nos paga. Les diría a las mujeres que sí podemos trabajar, no es que nos digan “no, mujer, no puedes” tiene que haber equidad de trabajo, equidad de género.”
Desde sus inicios, Pro Mujer ha logrado impactar en la vida de más de 2.5 millones de personas, brindado 10 millones de servicios de salud y otorgado USD 4.4 millones en microcréditos. Con logros y nuevos retos, Pro Mujer se consolida como un referente para el avance hacia la igualdad de género en Bolivia.
Sobre Libertad Martínez Hidalgo
Especialista en Comunicación y desarrollo, investigación en Comunicación y comunicación estratégica. Experiencia en proyectos de cooperación para el desarrollo de poblaciones vulnerables. Se desempeña como Especialista en Comunicaciones en Pro Mujer desde el 2021.
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