La Paz, 21 de marzo. – «El tránsito de lo urbano, como representación de lo moderno a lo rural, como muestra de lo tradicional, se convertiría en una de las narrativas frecuentes del cine hecho en Bolivia», indica la investigación “La ciudad en el cine y la literatura”, realizada por el Colectivo de Antropología del Arte y Crítica Cultural (Colectivo AACC).
La investigación indica que otros directores, desde otras corrientes cinematográficas, después de Jorge Sanjinés, recurrirían a esta narrativa como motor dramático de sus filmes como ser el caso de La bicicleta de los Huanca (Calasich, 1993), Cuestión de Fe (Loayza, 1995), ¿Quién mató a la llamita blanca? (Bellott, 2005) e Yvy Maraey (Valdivia, 2013).
“En todas estas obras perdura un airecillo romántico del mundo rural, el lugar del Otro, del “buen salvaje”, sujeto inocente, porfiado, fiel a sus tradiciones e inocuo en sus comportamientos, pero al mismo tiempo, incomprendido”, relata la investigación.
¿Son estas las representaciones que construyen nuestros imaginarios en torno a lo urbano?, ¿Son narrativas visuales necesarias para ser reconocidas en la representación colectiva de las ciudades bolivianas?, ¿Son espejos en los que nos vemos reflejados o fantasías de las que no podemos escapar?, se preguntan los miembros del Colectivo AACC.
Los antropólogos Mariela Silva y Alejandro Barrientos -parte del Colectivo AACC- presentarán esta investigación en el marco de la conferencia “Diálogos Urbanos”, que se llevará a cabo durante tres días, del 26 al 28 de marzo, en los módulos universitarios de la Universidad Autónoma Gabriel Rene Moreno (UAGRM) de Santa Cruz.
Tanto para Silva como para Barrientos, los estudios sociales sobre el espacio urbano han sido poco abordados desde las expresiones artísticas y estos pueden ser vistos como espacios significativos construidos en diversos lenguajes artísticos.
“Es el cine, uno de esos lenguajes, que se ha servido del espacio urbano para construir una narrativa audiovisual, es así que la dicotomía rural/urbana puede entenderse gracias al espacio urbano como ámbito de significación que refleja la modernidad y los valores que giran en torno a ella”, explicó Silva.
El Colectivo AACC nació el pasado 2013 como un espacio alterno a la facultad de Antropología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) con el propósito de profundizar en reflexiones y saberes sobre las diferentes manifestaciones artísticas desde la antropología. Uno de sus objetivos es la reunión, promoción y gestión de espacios de encuentro en torno a estos temas.
Sus estudios anteriores tienen que ver con etno-musicología, por ejemplo, a través de una investigación sobre los conceptos y valores de las practicas musicales del pueblo Mosetén, o también investigaciones sobre la memoria e interculturalidad en pueblos indígenas de tierras bajas de Bolivia, o el arte y la censura en el comic nacional, entre otros.
Como antecedente al estudio sobre cine, se encuentra la investigación en torno a la emisión, recepción y consumo de telenovelas en Bolivia, que realizó hace unos años el Colectivo AACC con la urgencia de abordar las representaciones de “el otro” en la producción audiovisual.
“La producción audiovisual masiva en Latinoamérica contiene material relevante y pertinente para las Ciencias Sociales porque evidencia las representaciones sociales que construyen el pensamiento poscolonial”, explica Silva, en este sentido, el cine, según el estudio, “a pesar de que no sea tan frecuentado como las telenovelas que acompañan la vida cotidiana”, muestra representaciones que se han consolidado en la cultura audiovisual boliviana, por ende, el campo de significación que permite el abordaje de las y los ciudadanos en el ámbito urbano.
Sobre la investigación
Silva explica que en sintonía con la “estética del hambre” o “estética de la violencia”, propuesta por el brasilero Glauber Rocha en 1965, el cineasta boliviano Jorge Sanjinés planteó el “cine militante” o “cine revolucionario”.
“Esta propuesta cinematográfica marcaría claramente una tendencia dicotómica en el imaginario de la geografía nacional: lo rural versus lo urbano”, explica Barrientos.
Desde películas como Yawar Mallku (1969), La Nación Clandestina (1989), Para recibir el Canto de los Pájaros (1995), hasta Los Hijos del último Jardín (2002), según dice Barrientos, “el campo y la ciudad son dos espacios antagónicos, distantes e irreconciliables en el cine de Sanjinés. Los personajes que transitan entre estos dos mundos se exponen a la incomprensión, el rechazo, el estigma social, la alienación y el choque cultural”.
Otro ejemplo que rescata en su investigación el Colectivo AACC es que, ya en el año 1977, bajo la misma corriente del cine de Sanjinés, pero esta vez bajo la dirección de Antonio Eguino, sale a la luz una película en la que la ciudad no solo constituye el trasfondo donde se cuentan historias de personajes diversos, sino el objeto de representación en sí mismo: Chuquiago.
“Esta pieza cinematográfica, una de las con mayor éxito de taquilla a nivel nacional, pone en evidencia que el Otro ya no solamente es aquel que habita el mundo rural, sino que es parte de la ciudad y de sus pasiones. Las historias narradas en Chuquiago, de alguna manera, volverán a contarse en películas posteriores, por ejemplo: la ambición por emigrar el exterior en American Visa (Valdivia, 2005), los sinsabores de la burocracia en el Corazón de Jesús (Loayza, 2003), o la cotidianidad familiar en la residencia jailona de Zona Sur (Valdivia, 2009)”, señala Barrientos.
Es así que el tránsito de lo urbano, como representación de lo moderno, a lo rural, como muestra de lo tradicional, se convertiría en una de las narrativas frecuentes del cine hecho en Bolivia.
La investigación indica que otros directores, desde otras corrientes cinematográficas, recurrirían a esta narrativa como motor dramático de sus filmes como ser el caso de La bicicleta de los Huanca (Calasich, 1993), Cuestión de Fe (Loayza, 1995), ¿Quién mató a la llamita blanca? (Bellott, 2005) e Yvy Maraey (Valdivia, 2013).
“En todas estas obras perdura un airecillo romántico del mundo rural, el lugar del Otro, del “buen salvaje”, sujeto inocente, porfiado, fiel a sus tradiciones e inocuo en sus comportamientos, pero al mismo tiempo, incomprendido”, remata Barrientos.
¿Son estas las representaciones que construyen nuestros imaginarios en torno a lo urbano?, ¿Son narrativas visuales necesarias para ser reconocidas en la representación colectiva de las ciudades bolivianas?, ¿Son espejos en los que nos vemos reflejados o fantasías de las que no podemos escapar?, se preguntan los miembros del Colectivo AACC.
“La ciudad en el cine y la literatura” está enmarcada en el tercer eje temático en la conferencia “Diálogos Urbanos”, que trata sobre las representaciones sociales de las ciudades, la misma se encuentra dentro del panel denominado “Imaginarios culturales y representaciones éticas y estéticas de la ciudad”.
La conferencia Diálogos Urbanos reúne a más de 100 expertos, académicos, comunarios, dirigentes sociales, activistas y estudiantes en torno a problemáticas urbanas, se llevará a cabo desde el 26 al 28 de marzo en los módulos universitarios de la UAGRM en Santa Cruz.
*Fragmentos de la Nota fueron extraídos de TENDENCIAS del Periódico La Razón.
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