Para el directorio de la Cámara Departamental del Libro de La Paz el plagio en portadas de libros escolares es una prueba de cómo algunas tareas son asignadas a personal no calificado en la edición de textos.
“Un equipo experimentado a cargo de un editor prevé todo. Hay editores de fotografía, de texto, de contenido. Es gente que trabaja en editoriales que tiene el ojo entrenado”, indicó David Pérez Hidalgo, presidente de esta instancia quien señaló que lo ocurrido también incurre en el delito de piratería.
“Es un mal ejemplo que damos a los niños, pero esperamos que este revuelo haga que el Ministerio (de Educación) se acerque a las editoriales que son las instituciones especializadas en elaborar estos textos o a la parte privada. Así también se cumple una parte de la Ley del Libro que tiene que ver con las compras estatales, con el apoyo a las editoriales que saben de la edición de texto. Este hecho nos muestra la necesidad de coordinar”, puntualizó Pérez.
Armin Castellón, integrante de la Asociación Boliviana de Creadores de Historieta, ente aliado de la Cámara Departamental del Libro, indicó que “no se toma en cuenta a la figura del ilustrador como un profesional serio y es por esto por lo que muchas veces se le considera como un elemento que se puede quitar en cualquier proyecto. El cliente que ignora las posibilidades del trabajo del ilustrador prefiere reciclar trabajos previos, bajar las imágenes que necesita gratuitamente de internet, algo que debería ser un delito, o buscar a quien pueda hacer este trabajo de la forma más sencilla y barata”, puntualizó.
Castellón coincidió con Marcelo Fabián Requena, diseñador, dibujante y editor de cómics, en señalar que existe un desconocimiento del proceso de edición de un libro. “Cuando una institución pública acude a una imprenta contratan igualmente los servicios de un ilustrador, no lanzan convocatorias como es debido. Esto que pasó con los libros fue así. Usualmente van a las imprentas y esperan que allí se haga el trabajo de ilustración que no conocen. Los diseños y creación de ilustraciones deben ser diferenciados en la edición”, explicó Requena.
Luego de que Edgar Pary, ministro de Educación, admitiera el plagio, hubo muchas críticas que a criterio de quienes trabajan en la industria del libro deben concluir en reflexiones en torno a la aplicación de la Ley del Libro 366. A 10 años de su promulgación, 29 de abril de 2013, ésta no es cumplida en todos sus puntos salvo el tema de aranceles. “El sector editorial y librero tiene el conocimiento, personas capacitadas para elaborar contenidos no sólo para textos escolares, sino los contenidos literarios en general”, enfatizó Pérez.
El artículo 5 de esta norma indica que: “Los Ministerios de Culturas y Turismo, y de Educación, definirán e implementarán el Plan Plurinacional de Fomento al Libro y la Lectura, en forma coordinada y participativa con todas las organizaciones e instituciones vinculadas al sector, que contendrá programas, proyectos, estrategias e instrumentos relativos a la promoción, difusión, fomento y sensibilización”. Este acápite, recomiendan los integrantes de la Cámara del Libro, es urgente porque da al país oportunidades de no incurrir en errores de este tipo y tener instancias a las cuales acudir para una asesoría adecuada y sin margen de error ya que de ello depende la educación de niños.
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