En una de las pocas conferencias de prensa que ofreció el presidente Víctor Paz Estenssoro, uno de los periodistas intentó hacer una presentación “en vivo” para la televisión, en pleno salón donde hablaba el Mandatario, pero su insolencia no duraría mucho. Cuentan que se le acercó uno de sus colegas y le dio un sopapo tan fuerte que el Gobernante tuvo que hacer una pausa, sin reacción, mientras los demás periodistas se daban la vuelta para observar qué había pasado.
Ese periodista que calló la boca al insolente era el “Gordo” Jorge Mendoza, periodista que falleció un día antes de celebrarse el año nuevo andino 5525 y que se convirtió en una leyenda del periodismo boliviano. Era muy difícil separarse de su conversación, debido a que sus anécdotas sorprendían, esto porque participó en los eventos más importantes de los últimos 50 años.
Sin pelos en la lengua, decía lo que pensaba y hacía lo que muchos probablemente no se animan, por eso es que estaba justificada la bofetada y no había quién se anime siquiera a llamarle la atención.
Tan avezado, que se metió sin temor entre los dirigentes sindicales que participaron en una de las últimas reuniones que sostuvo el presidente Juan José Torres con los representantes del comando político de la Central Obrera Boliviana (COB), antes de la conformación del primer soviet en la región; la Asamblea Popular. Fue testigo de cómo el “fierito”, como le decía al líder trotskysta Guillermo Lora, rechazó el 70 por ciento del Gabinete que les ofreció JJ Torres.
Estuvo en la cobertura de la promulgación del famoso decreto 21060 en 1985 en Palacio de Gobierno y podía contar con detalle lo que ocurrió horas antes. Dijo que una de las instrucciones del cuatro veces Presidente fue que se cortarán las líneas telefónicas para que nadie se comunicará con el exterior.
La plaza Murillo, el centro político de Bolivia, fue el lugar donde pasaba más horas como periodista y donde siempre se lo encontraba para escuchar alguna anécdota, mientras tomaba algo de sol. Los años se tomaron su revancha y el “Gordo” empezó a enflaquecer, las enfermedades lo acosaron y tuvo que resignarse a pasar más tiempo en su cama que en la calle, donde recogía sus historias.
Sus compañeras íntimas fueron las teclas de las máquinas de escribir y no se sentía cómodo con la tecnología, por eso renegaba con un celular que le había regalado uno de sus hijos. Decía que estaba escribiendo la historia de la radio Panamericana y que preparaba una biografía.
Su deceso deja un gran vacío en el centro político de Bolivia.
Foto: A la izquierda Jorge Mendoza, a su lado el periodista Pastor Auza.
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